No quiero dinero, sólo necesito hablar

Saboreando el último mordisco de la pizza, llegamos a la parada del tranvía. Nos dirigimos al panel de los horarios. Miramos, revisamos durante unos segundos. Una mirada cómplice entre nosotras indicó que seguíamos sin entender la estructura de los horarios checos. De hecho, ni siquiera sabíamos si íbamos a coger el tranvía en la dirección correcta. Reímos y pusimos en palabras lo que nuestros pensamientos evidenciaban a gritos.

Una anciana se nos acercó. Parecía perdida y ebria. Mi amiga la miró con tristeza y, con un hilito de voz, le preguntó: “do you need some money?”. Sin esperar respuesta, abrió la cartera y le dio lo poco que le quedaba. Instintivamente, hice lo mismo. La mujer puso una mano encima de la otra y, como si pidiera caridad, recogió las pocas monedas que le ofrecíamos.

“I don’t want money, I only want to talk”. Sólo quiere hablar, sólo quiere hablar, repetía yo misma hacia mis adentros. Esta mujer sólo quiere hablar. Algo recorrió todo mi cuerpo y me estremecí. Me acordé de mi abuelo. Recuerdo leer su libro. Un libro que escribió de su puño y letra, con mucho amor, y fotocopió para todos sus hijos y nietos. En él, narra su historia, su dura experiencia con el Franquismo. Cuenta cómo su padre murió por sus ideales republicanos y cómo él tuvo que ocupar su lugar sacando adelante a toda su familia. Lo hizo mendigando. Mendigó con ocho años. Y, en este libro, recuerda su pasado para rememorar su presente. Mi abuelo nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela y, por su cuenta, aprendió a leer y a escribir. Luchó por un trabajo y lo consiguió. Así, con mucha admiración, lo leí todo. “¿Tienes alguna cosa para preguntarme?”, me dijo entusiasmado cuando terminé de leer. Me quedé pensativa. Me quedé muy pensativa. No sabía por dónde empezar, de hecho, ni siquiera sabía si empezar. Él, rápidamente, tomó las riendas: comenzó a hablar y no paró. No paró durante tres horas. Fue en ese momento cuando comprendí lo necesario que es expresarse y lo bonito que es hablar y que haya alguien para escucharte.

La anciana se llama Viera. Tiene ochenta años, aunque hubiese apostado que no llegaba a los setenta. Lleva 28 años viviendo en Praga. Se mueve frenética balanceando los brazos y contorsionando las caderas. “Tequila for you, Tequila for me”, tararea apasionadamente. Le cuento que nací en España.

– Oh, Spain! I know… Gaudí, Picasso… Sagrada Familia, el Prado…

No paro de asentir con la cabeza. “Sí, sí, sí”, voy confirmando sonriente todos sus datos sobre el país. Sobre la cultura del país. Viera es entrañable. De repente un grupo de chicos se acerca a comprobar el horario de tranvías y Viera se asusta. Nos agarra fuerte de los brazos y nos aparta de ellos. Tiene mucho miedo. Cree que todos los hombres quieren robarla o hacerle algo malo. Empiezo a preguntarme qué debía haber pasado para que su actitud sea así de reacia. De hecho, no me lo pregunto, me lo imagino directamente…

Intentamos calmarla asegurando que con nosotras al lado no le pasará nada malo. Mi amiga le ofrece un cigarrillo. Viera se lo pone en la boca y mi amiga prende el encendedor. No es capaz de encender el cigarro. Clic, clic, clic. Cada vez que acerca el mechero al cigarro de Viera, ella se aparta, se asusta. Tiene miedo a quemarse.

Luego hablamos de Francia, puesto que mi amiga es de ahí. Viera nos cuenta su experiencia con la vida, sus viajes, su vida en la calle y su optimismo con el mundo. Viera es entrañable. “Tequila for you, Tequila for me”, canta cada vez que no sabe qué decir. Comprende el inglés y se defiende admirablemente. Una hora más tarde, a las cinco de la madrugada, decidimos coger el tranvía. Nos despedimos apenadas de verdad. Viera sonríe, entiende que debemos marcharnos y nos besa las manos con frenesí. Subimos al tranvía y, mientras la despedimos con las manos impregnadas de su ternura, me doy cuenta que Viera no era la única que necesitaba hablar.

 

P.Bal

2 comentarios en “No quiero dinero, sólo necesito hablar

  1. Paula qué bonito!!, me encanta, y se me hace cortísimo, espresas muy bien tus sentimientos, emociones que en definitiva son las de todos
    que bonito lo del abuelo !!, haré una copia para que lo lea.

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